por Comunicación El Saliente | 17 de noviembre de 2020 | Contenido Revista Punto de Apoyo
Inocencio “Chencho” Arias es un ex diplomático nacido en Albox que ha ocupado puestos clave de la política nacional e internacional
Ha sido portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores con tres gobiernos diferentes de la democracia (UCD, PSOE y PP) y ha presenciado en primera fila hitos de la política española e internacional entre 1980 y 2010. Entre sus cargos más duraderos ha estado el de representante español en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que ostentó 7 años.
¿Qué vínculo tiene con Albox, el pueblo donde nació?
Ese es el vínculo, que nací en él, pero no he vivido en Albox, porque mi padre, cuando yo era pequeño, pidió el traslado a otro destino de trabajo, porque se quedó vacante una notaría. Cuando nos marchamos, mi hermano tenía seis años y, posteriormente, se acordaba de cómo jugaba en Albox, pero yo no me acuerdo de nada.
¿Qué le hizo decantarse por la carrera diplomática?
El convencimiento de que lo iba a pasar mejor si lograba ser diplomático que si lograba ser notario. A mí me gustaba la materia de Derecho Civil, que es un integrante básico de lo que estudian los notarios, pero me gustaba menos hacer escrituras, testamentos o poderes. Además, si lograba ser diplomático, podía conocer mundo, otros países, defendiendo a España.
Con su trayectoria y los puestos que ha ocupado, ¿qué puede confesarnos que haya marcado su experiencia?
La cantidad de gente que he conocido, una interesante, otra idiota, una egoísta, otra altruista. No obstante, yo nunca he sido torero de primera categoría, yo no era el presidente del Gobierno, yo era embajador o secretario de estado o director general, pero sí he estado muy cerca con frecuencia del equipo de los presidentes, los he visto cómo negocian, cómo discuten, cómo reaccionan. Entonces, eso me ha enriquecido, pero yo no soy primer espada, yo no soy “El Juli”, ni Ronaldo, ni Messi, yo soy el tipo que ayudaba a “El Juli” o a “Manolete” a triunfar, pero yo no era ellos, yo era un actor secundario.
¿Cuál es su visión del escenario político nacional?
El paro es serio, pero es solucionable a medio plazo. Además, yo creo que las cifras están engordadas, pero es dramático para quienes lo viven. La corrupción es muy mala y hay más ahora que en la época del franquismo probablemente, pero el tema catalán es que tenemos ahí unos dirigentes que inventan un montón de cosas, que se inventan quejas y agravios que son en un 90% falsos. Más agravios tiene Almería, ¿cuándo va a llegar aquí el AVE? La única comunidad española que tiene unidas las cuatro capitales no es Castilla, es Cataluña. Entonces ¿qué tengo que hacer yo para venir a Almería, que es mi tierra? Tomar el avión, que cuesta una fortuna, porque el tren tarda bastante más tiempo de lo normal en el año 2020. Hay una zona de España que no está humillada, ni sometida ni asfixiada, sino en algunos casos favorecida.
En esa zona hay un porcentaje de la población al que le han comido el coco. Son ciudadanos y ciudadanas a los que les han hecho creer que todo eso es verdad, que se les humilla y que son mejores que el resto de los españoles y hay una minoría que cree en la independencia. Ese es el gran problema que tiene España y que yo creo, y me gustaría equivocarme, que el señor Pedro Sánchez no lo va a solucionar, porque cree que los va a contentar, dándoles un día una cosa, otro día cambiando el Código Penal para favorecerlos, otro día con una ayuda económica, pero ellos, como dijo Alfonso Guerra, ellos son voraces, cuanto más se les da más quieren.
¿Existe la superioridad moral de la izquierda?
Yo no creo que haya superioridad moral de ninguna ideología, solo que la izquierda se la ha arrogado y ha logrado convencer a bastante gente. Entonces, si uno se mira la historia reciente se da cuenta de que todo eso es mentira, porque si vamos al aspecto estrictamente económico, con los ERES, por ejemplo, se desviaron 720 millones, y no acuso a nadie en particular, pero sí al entramado de la Junta de Andalucía, que era de la izquierda. Y ya si miramos la historia política del mundo, los regímenes de izquierdas han hecho tantas barbaridades o más que los de derechas.
¿Cuál es el secreto para llevar una vida tan intensa con esa fina ironía, con esa energía?
Tener curiosidad, querer aprender y, cuando te jubilas, no tumbarte a ver series de televisión, que me gustan mucho, pero, aparte de eso, hago otras cosas.
por Comunicación El Saliente | 17 de noviembre de 2020 | Contenido Revista Punto de Apoyo
El ex presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ha contestado a las preguntas de la revista Punto de Apoyo sobre cuestiones sociales
Durante sus 8 años en la Presidencia del Gobierno, España vivió un impulso legislativo de un intenso carácter social, con pocos precedentes en la historia de nuestro país. Leyes de violencia machista, dependencia, igualdad, matrimonio homosexual y memoria histórica son solo algunas de las que se promulgaron en ese periodo, pero la lista es larga e incluye también otras como la Ley Antitabaco, muy polémica en su día, porque parte de la sociedad se resistía a dejar atrás lo que consideraba su derecho de fumar en el interior de los espacios públicos. Hoy, muchos de esos avances están normalizados y asumidos como propios por la sociedad en su conjunto, aunque en su día sufrieran una fuerte oposición de algunos sectores políticos y sociales.
Usted fue quien promovió la Ley de Dependencia, ¿cree que ha tenido el efecto que esperaba?
Hay un cambio de la realidad de las personas que no se valen por sí mismas, porque la Ley ha supuesto en estos momentos el balance de que hay un millón de personas que tienen algún tipo de prestación económica o ayuda directa familiar y hemos dado el primer paso de la construcción del cuarto pilar del Estado del Bienestar.
Es verdad que los años del Partido Popular en el Gobierno han sido, en muchas comunidades autónomas, de congelación del desarrollo, pero ahora hay una expectativa cierta de volver a avanzar en una cuestión tan fundamental para la cohesión social, como es el derecho a la autonomía personal de las personas que son dependientes.
Por tanto, es una ley, sin duda alguna, que marca un antes y un después, como fue la ley de nuestro sistema de salud o la ley de la educación universal y gratuita hasta los 16 años o como la ley básica de pensiones, que son las cuatro grandes columnas de un país que se precia a sí mismo. Un país solo puede preciarse si tiene todo un sistema de cohesión social de solidaridad que promueva ese viejo ideal socialdemócrata de la protección desde la cuna a la tumba. Además, España está completando un arsenal de leyes antidiscriminatorias vanguardia del mundo, de leyes de protección de igualdad y de libertad. Eso empezó en buena medida con la democracia, tuvo una intensidad notable en el periodo que tuve la fortuna de ser presidente del Gobierno y ahora tiene una continuación brillante, porque todos los proyectos de ley en materia de desarrollos de derechos y de leyes antidiscriminatorias están teniendo avances y yo deseo que se produzcan.
Pero, ¿no cree que hay unas normas que tienen una gran repercusión social, pero después no se les fiscaliza su cumplimiento, no se les dota de presupuesto? La Ley de Dependencia, por ejemplo.
La Dependencia tiene un presupuesto de varios miles de millones que atiende más de un millón de personas. Claro que desearíamos más, sin duda, pero fíjese que hay que gestionar bien el dinero público. Acabo de decir que hay tres récords de la democracia española en el mundo, ya que nos cuesta mucho expresar nuestro orgullo. Es verdad que a nosotros no nos gusta el orgullo de las gestas, sino de los derechos. Uno: el mejor, lo acaba de decir el Foro Económico Mundial, la mejor Sanidad del mundo. Dos: las leyes de igualdad de derechos y, tres: las mejores infraestructuras. Casi todas estas cosas las han impulsado más un partido que otro, aunque todos lo sabemos, pero es el éxito de la democracia. Claro, por supuesto que hay que dotar de financiación al Sistema de Dependencia. Y, ahora, todo apunta a que, con el gobierno progresista que hay, vamos a vivir una nueva etapa de mejoras sociales, de conquista de nuevos derechos y de desarrollo que tiene más que ver con las universidades que con los ladrillos.
En este sentido, ¿ve mejor el futuro de las pensiones en nuestro país? ¿cree que su sostenibilidad está garantizada a largo plazo?
Las pensiones, progresivamente, si cogemos el periodo democrático, han ido mejorando, expandiendo sus derechos, mejorando sus bases de cotización. La pensión media en España es muy positiva. Entonces claro, hay que, primero, garantizar la sostenibilidad y luego mejorarlas.
Si el país produce, funciona, claro que podremos ir progresivamente moderando, mejorando las pensiones, aunque sabemos que hay un problema demográfico fundamental. Por cierto, y decir en Almería esto no sé si es conveniente o no políticamente: muchos de los temas que hoy podemos lograr socialmente han sido posibles porque personas de otros países han venido aquí a trabajar y a cotizar.
O sea, nos gustará más o menos, habrá gente que tenga más sensibilidad o menos, que les gusten las personas de otro color, otra religión, otra cultura, pero esta es una realidad. Por supuesto que para mí lo que me distingue como ser civilizado, como ser humano, es el respeto, la consideración de igualdad radical a todas las personas más allá de su color de piel, su origen, su raza y, por supuesto, su orientación y condición sexual. Y a partir de ahí, si tenemos que ser conscientes de que Europa es una Europa de edad muy adulta, por no decir mayor, entonces Europa y España necesitan jóvenes, niños y jóvenes.
por Comunicación El Saliente | 11 de noviembre de 2020 | Contenido Revista Punto de Apoyo
Mª Ángeles Villafranca, Delegada de Stop Accidentes Andalucía: “La tecnología puede mejorar la seguridad, pero solo si la utilizamos de forma correcta”
La carretera es una de las principales causas de mortalidad y de discapacidad adquirida en España. Cuando se produce un accidente de tráfico, toda una vida puede cambiar en cuestión de segundos y, con ella, todo un entorno familiar puede perder a un ser querido, que es algo trágico e irreparable. Por eso, la prevención, la precaución al volante y la educación vial son pilares básicos para una mayor seguridad en la carretera. Hablamos de ello con María Ángeles Villafranca, Delegada en Andalucía de Stop Accidentes, y víctima en primera persona, al haber perdido a un hijo en la carretera.
Las tasas de accidentes de tráfico y de víctimas han bajado en los últimos años. ¿Qué análisis hace de la situación actual?
Según la Dirección General de Tráfico (DGT), los accidentes van bajando, pero nosotros somos muy reacios a hablar de cantidad, porque las cifras no son del todo reales. Por ejemplo, no se contabilizan los accidentes in itinere. También hay que tener en cuenta que la gente coge menos el vehículo por causas económicas. Esto es muy relativo y hay que analizarlo muy bien.
¿Cuáles son las principales secuelas de los accidentes?
La principal es la pérdida de la vida, seguida de la discapacidad, pero luego están las consecuencias que no se ven, que pueden ser incluso tan delicadas como las otras. Las secuelas psicológicas también pueden ser muy graves y, a veces, la gente no las comprende, no las entiende, ni siquiera la propia familia.
¿Está la tecnología contribuyendo a la mejora de la seguridad vial y a evitar accidentes de tráfico?
La tecnología ayuda, pero siempre y cuando sepamos utilizarla. Me refiero a que tecnologías como el móvil causan una gran mayoría de accidentes y la retirada de puntos o del carnet de conducir, por distracciones que pueden ser incluso de unos pocos segundos. Por eso la tecnología viene bien, pero hay que saber utilizarla. Creemos que todo se solucionaría con una educación vial desde edades tempranas. Todos usamos los móviles, su introducción en nuestras vidas ha sido algo muy rápido y por eso, a veces, no sabemos usarlos y no tenemos una educación en hábitos y en los riesgos que entraña su uso. Esto lo hablo por experiencia, porque a mi hijo le quitó la vida un señor que iba hablando por teléfono y que invadió el carril contrario.
¿Qué medidas adoptaría para reducir los accidentes?
Yo trabajo en la recuperación de los carnets y de los puntos en autoescuelas. Nosotros damos el testimonio. Somos víctimas para concienciar a las personas. A la gente le duele la multa y tener que volver a sacarse el carnet de conducir, pero si eso ocurre es porque ya les han cogido varias veces bajo los efectos del alcohol o incumpliendo la normativa. Eso me lleva a la primera conclusión. Las personas que son alcohólicas no deben conducir. Debe cumplir su condena, por muy pequeña que sea. Ahí es donde nosotros creemos que está la equivocación. Si se comete una infracción que equivale a un mes de cárcel, creemos que no se debería poder pagar con una multa.
La educación vial es primordial desde las primeras etapas de la vida. ¿Cómo cree que se puede introducir este contenido en las escuelas?
Nosotros lo estamos haciendo, pero, por desgracia, tenemos el inconveniente de que los colegios cumplen su cometido llevando a los niños a las pistas que ha puesto la DGT. Estamos en contra de esta práctica, porque antes de llevarlos a las pistas, donde se lo pasan bien, montan en bicicletas y en los karts, nosotros pensamos que primero hay que darles una charla de seguridad vial y, en segundo caso, como premio, se les podría llevar a las pistas. De nada sirve pasar un rato en una pista si atropellamos al compañero, porque no sabemos que tenemos que ceder el paso a los peatones cuando llegamos al paso de cebra. Por eso creemos que la educación vial desde preescolar es imprescindible. Un niño está en la sillita dentro de un vehículo y ya debe estar con su cinturón puesto ¿Qué mayor evidencia hay de la importancia de adquirir hábitos desde muy pequeños? Hay que enseñar cómo se tienen que comportar dentro de un vehículo desde pequeños.
¿Qué opina del carnet por puntos y de los cursos de recuperación de puntos?
Estamos viendo que a muchas personas sí les sirven. El sistema va en dos partes: una, que es el parcial, que es solamente recuperar puntos, y el total, porque ya se les ha retirado el carnet, porque ya han realizado alguna infracción grave y tienen que volver a sacarse el carnet.
Entonces, en muchos casos esto les hace tener una rebeldía grandísima, porque tienen que pagar la multa, están sin carnet y muchos son personas mayores a quienes les cuesta mucho trabajo retomar esa disciplina, estudiar, memorizar y someterse a un examen. De hecho, hay gente que se desplaza hasta la autoescuela en su vehículo y no tiene carnet, es decir, son personas que retan al sistema con un comportamiento rebelde.En las autoescuelas se trata de convencer a estas personas, pero no se tiene autoridad para ello. Por eso, se necesitaría bastante más personal policial para vigilancia de las personas a las que se les retira el carnet de conducir.
¿Qué otros puntos de mejora existen?
Me parece mal la antigüedad del parque de vehículos y el estado de las carreteras, pero está claro que, si la gente no tiene dinero para comprar un nuevo vehículo, no se puede cambiar. Sin embargo, el estado de las carreteras sí es susceptible de mejora y el responsable, en este caso, es la Administración. Las competencias de carretas se dividen entre los ayuntamientos, diputaciones y el Ministerio de Fomento (Gobierno), pero se tiran la pelota unos a otros. En este sentido, aún nos falta mucho trabajo por hacer y, además, los recortes presupuestarios derivados de la crisis económica que hemos vivido desde el año 2008 han repercutido mucho en esto. Además, los materiales pedagógicos también tienen que ser de calidad, para que sirvan a su cometido, pero eso no siempre es así. Es decir, es una pena en general, que se ofrezcan clases gratuitas de seguridad vial en los centros educativos y tengamos que ir rogando a los colegios que nos dejen, en vez de meterlo como asignatura obligatoria. Tendría que ser una obligación y tendría que elaborarse un material pedagógico específico para ello.
por Comunicación El Saliente | 5 de noviembre de 2020 | Contenido Revista Punto de Apoyo
Texto de Luis López Jiménez. Presidente de la Fundación Almeriense de Personas con Discapacidad.
[RTVE Noticias]: “59 MUERTOS SIN RECLAMAR, todos ellos mayores y 19 procedentes de residencias, han sido enterrados después de pasar más de tres meses en una morgue provisional.”
UNO. “Cómo me gustaría tenerte cerca y darte los abrazos que nunca te di; cuánto me arrepiento, ahora que no estás, de no haberte dado los besos que, ahora me doy cuenta, te hubiera gustado que te diera y no te atrevías a pedirme porque pensabas, con tus escrúpulos de padre pretendidamente severo y formal, que ya era demasiado grande para eso. Cuánto me arrepiento de no entender tus berrinches que sólo escondían tu frustración porque me parecía demasiado a ti y querías que fuera mejor; tu hosquedad postiza, tu misantropía, real o impostada. No sé, no me diste la oportunidad de conocerte mejor, que ahora considero sólo disimulaban tu anhelo de las muestras de cariño de quienes, ahora lo sé, más querías; especialmente de tu hijo al que sentías esquivo y lejano. Cuánto me duele, papá, no haberme dado cuenta de que tu último, y definitivo, alejamiento, no era una muestra radical y categórica de enfado tras nuestra última discusión, sino la determinación de irte en silencio, sin molestar, sin dar la lata. Cómo me gustaría, papá, ahora, decirte que te quiero; que, donde quiera que estés, sepas que siempre te he querido, que te echaré siempre de menos; que me duele no haberlo hecho antes. Aunque también sea verdad que tampoco, tal vez porque te hubiera parecido una muestra de debilidad, tú que me querías fuerte, no me enseñaste; o fruto de ese escrúpulo tuyo de no mostrar tus sentimientos; tal vez, también, por mi rechazo inconsciente a esa permanente introversión tuya, a ese muro que construiste frente a las emociones.
Fernando. 47 años, que lleva más de cinco meses sin saber de su padre, después de dejar de pasar por su casa tras la bronca discusión que mantuvieron ambos, precisamente durante la cena de Navidad, oye el sonido de la tele del salón, mientras se prepara la cena en la cocina, con la noticia. De inmediato piensa en su padre. Tras una noche intranquila, de mal sueño, se acerca a la morgue. Le muestran una caja de cartón marcada con el nombre: “Lorenzo L. J.”. Las pertenencias son de su padre. Cualquier duda queda despejada al encontrar entre ellas una foto enmarcada y acristalada en la que aparecen ambos: Fernando, con catorce años y gesto adusto, sosteniendo el trofeo que ganó aquel verano en el campamento de vela; Lorenzo, sonriente y ufano, junto a su hijo al que pasa un brazo sobre los hombros. Al pésame, el empleado acompaña el comentario: “La auxiliar del hospital que nos entregó la caja comentó que, desde que ingresó, directamente a la UCI, se empeñó en la que foto estuviera siempre en la mesita, y todo el tiempo que hubo de estar tendido boca abajo, con la cabeza y la mirada dirigidas a ella”. Avisa a su hermana y, siguiendo las indicaciones de la morgue, localizan el féretro en una sepultura provisional, junto a otros 18 cuyas familias no han sido localizadas. Días después lo trasladan a otra que adquieren, junto a la de la madre; ellos solos, junto al empleado del cementerio, sin más ceremonia.
DOS. “Cómo se besa, cómo se le dice que lo quieres a un hijo con 47 años; cómo se le demuestra con los abrazos que me reprimo cada vez que lo reencuentro. No sé hacerlo y la verdad es que, maldito este carácter mío, no he sabido, no lo he hecho desde que era un niño de 5 ó 6 años; no me he atrevido desde que, iniciada su pubertad, cuando, decidido por las noticias cada vez peores que sobre él me daba mi mujer, me di cuenta de que tenía un hijo cuando ya había pasado las etapas más críticas de su desarrollo sin un padre que lo apoyara, cuando noté que empezaba a considerarme un extraño. Desde que mi dedicación obsesiva al trabajo, a llevar dinero a casa, me tenía todo el día fuera; cuando me iba aún dormía y cuando volvía ya estaba acostado, y las pocas cenas en que coincidimos, única ocasión de encuentro, las más de las veces sólo eran ocasión de reproches por cualquier cosa que me parecía inconveniente de su comportamiento y de poco valían mis razonamientos por muy cariñoso que tratara de parecer.
Ya era tarde; ya, frustrado, apesadumbrado, con un remordimiento inconsolable, no había reparación posible: había perdido a mi hijo, mi hijo se había criado sin padre. Lo intenté, procuré estar más tiempo en casa, con tu madre, contigo y con tu hermana; me interesé por tus gustos y aficiones; qué feliz te vi aquel verano que conseguimos que participaras en aquel campamento de vela, que tanto sabíamos tu madre y yo te gustaba; pero qué decepción, precisamente cuando asistimos a la entrega de trofeos, tú eras el número uno, ante tu cariñosa bienvenida a mamá y tan desabrida conmigo, la cara que pusiste cuando te abracé para la foto, el rechazo a mi acercamiento; sí, ya era tarde. Cuánto me arrepiento, cómo me gustaría volver atrás y remediarlo, cómo me gustaría pedirte perdón y… que me perdonaras. ¿Cómo no me di cuenta de que el cariño, el amor, no se sobreentiende, que hay que mostrarlo, demostrarlo, con hechos, o aunque sólo sea con palabras? Qué mal lo hice la última vez que nos vimos señalándole la puerta si no estaba conforme con mis exabruptos. Ahora que sé que me voy definitivamente, ahora que ya es imposible hablarte, abrazarte, disculparme; ahora sólo me queda la esperanza de que estas personas que me cuidan te den testimonio de mis lágrimas mientras miro aquella foto, y que lo entiendas como una señal de disculpa, como la única prueba que me queda de lo mucho que te quiero”.
Lorenzo. 79 años, jubilado, buena posición económica y social; aspecto de militar retirado, de cuerpo enjuto, con cierto envaramiento, aunque con una ligera chepa propia de las personas demasiado altas y delgadas; culminado con una cabeza casi patricial, de ojos grisáceos, cabellera abundante, de pelo tieso y blanquísimo, rematado todo con un bigote, igual de hirsuto y blanco, muy cuidado. No tiene muchas amistades, prácticamente reducidas a un ámbito muy limitado de la familia extensa y a un par de ex compañeros de estudios y un colega que viven cerca de su domicilio, con los que forma tertulia asiduamente las mañanas de sábados y domingos, con alguno de los cuales también comparte quince días de vacaciones, con largas veladas nocturnas de conversación al fresco de una terraza, en la playa de un pueblo costero cercano, a la que desde hace años se desplaza con su familia. A pesar de sus escasas relaciones, de su carácter aparentemente un tanto misantrópico y retraído, siempre ha sido muy apreciado por sus vecinos y clientes, quienes con frecuencia le consultan sobre asuntos dispares, fiados de su honestidad y rectitud. Ha sido siempre un hombre de profundas convicciones morales y sociales, lo que muchas veces le ha llevado a mostrarse intransigente y radical frente a opiniones diferentes.
Hace poco más de un año enviudó y nunca quiso ni necesitó acompañamiento o apoyo. Se las apaña bien; durante la enfermedad de su mujer aprendió a cocinar y con la ayuda de una asistenta, que acude una vez a la semana, mantiene la casa limpia y ordenada; de su atuendo se ocupa él personalmente, él compra, lava y plancha la ropa que, junto con la que recibe como regalo de cumpleaños o por Navidad de su hija, la mayor de los dos que tiene, forman su indumentaria, de prendas de calidad, que le confiere un aspecto de persona elegante y hasta distinguida.
Desde que se quedó solo, como siempre se levanta temprano y sale todas las mañanas a pasear un rato y hacer las compras; las tardes, después de una breve siesta y un pequeño paseo, las dedica a la lectura y un rato de televisión; se acuesta temprano y duerme bien. Recibe únicamente la visita de su hija, normalmente las tardes de domingo, acompañada siempre de su nieta y, de vez en cuando, de su yerno. Su hijo, a quien sólo ha visto dos veces desde que murió su esposa, le llama por teléfono un par de veces al mes y mantiene cortas conversaciones llenas de muchos monosílabos, preguntas sobre la salud y el trabajo y poco más.
La hija quiso que la Nochebuena de 2019, la primera sin la madre, se celebrara en su casa, pero él se empeñó en hacerlo donde siempre, en la suya; se empeñó también en preparar él el menú habitual de estas ocasiones. Por primera vez, con una silla menos y cuyo hueco dejan libre, se vuelve a reunirse la familia al completo, el padre con hija, hijo, nieta y yerno. Tratan todos de que la cena discurra de la forma más agradable, de atenuar en lo posible la tristeza que se hace patente sobre todo cada vez que el padre anuncia un nuevo plato, los mismos que siempre cocinó y sirvió la madre. Lorenzo pretende paliarla hablando sin parar con todos, especialmente con la nieta. Mientras toman el postre, los dulces tradicionales que Lorenzo ha hecho traer del pueblo, la locuacidad del padre parece molestar al hijo, quien, de forma un tanto áspera, se lo reprocha.
Lorenzo, tras unos segundos repentinamente callado y con la cabeza baja, mirando su plato, responde de forma airada, colérica, desaforada; ha bebido demasiado y la tensión que viene acumulando estalla de una manera no habitual en él, que siempre se ha mostrado, aunque severo, tan prudente y comedido. Habla a gritos desmesurados, acompañados de fuertes golpes con los puños en la mesa, los ojos desorbitados, la cara contraída, iracunda; el hijo responde también a gritos, mientras la hija pretende calmar al padre: “Papá…, papá…”. El yerno se lleva a la niña que, asustada, llora desconsoladamente. Todo termina cuando el padre sentencia: “En mi casa nadie me tiene que decir lo que he de hacer; si alguien no está conforme, que se vaya”. Se levantan hija e hijo y se marchan; sólo se despide la nieta, quien regresa corriendo y -“abuelo, abuelo”- le abraza la cintura y se vuelve a ir.
Lorenzo, tras unos minutos inmóvil en su silla, se levanta, recoge la mesa, pone el lavavajillas, se lava la cara en el cuarto de baño y se acuesta. Pasa la noche en blanco; aunque arrepentido de haber perdido los estribos, no piensa disculparse, considera que son sus hijos quienes deben interesarse por él. Ya lleva un tiempo, sobre todo ante la insistencia de su hija en que se vaya a vivir con ella y presumiendo que es un motivo de preocupación para todos, pensando en ingresar en una residencia.
Uno de sus antiguos colegas ha construido una para mayores sin problemas de asistencia, en las afueras, en un solar enorme, magnífico, amplio, soleado, con mucha vegetación, formada por pequeños apartamentos en los que cada residente puede vivir y desenvolverse de forma independiente, como en un hotel, recibiendo todos los servicios y sin demasiadas imposiciones. Un lugar caro, pero, con su buena pensión y sus ahorros, se lo puede permitir. Ya lo tiene hablado con su amigo, tiene plaza disponible cuando quiera. A mediodía, con el pretexto de una llamada propia de Navidad, lo llama y queda en que ingresará ese mismo viernes, tres días después. Ya amanecido, consigue dormir un par de horas; se levanta y pasa la mañana preparando el equipaje: un par de maletas con ropa y una caja con objetos que quiere llevarse; si luego necesitara algo más, no habrá problemas, piensa volver de vez en cuando. Pasa la tarde tumbado, a la espera inconsciente de la llamada de sus hijos, que no se produce. A media mañana del día siguiente llama a su hija y, sin mención alguna al incidente del día anterior por parte de ninguno de los dos, le dice que el viernes sale de viaje con unos amigos, un crucero por el Mediterráneo, de más de un mes, que incluye la celebración de Nochevieja; a la vuelta piensa quedarse una temporada en casa de un primo suyo, su mejor amigo de infancia, que emigró hace más de cincuenta años y que, también viudo, lleva un tiempo insistiendo en que vaya a visitarlo. Estará sin cobertura, ya llamará él; que le diga todo a su hermano.
Aunque con los inconvenientes de tener que sujetarse a nuevos horarios, a lo que se acostumbra pronto, Lorenzo está a gusto. Sigue levantándose temprano y, tras una sesión en el gimnasio y un buen desayuno, todas las mañanas da un largo paseo, compra el periódico y echa un rato de tertulia con Pedro, el quiosquero, del que se ha hecho amigo, en la terraza de un bar cercano. Desde finales de febrero, el tema principal de conversación con su nuevo amigo es el de las noticias de lo que está pasando en China, con una epidemia que parece una nueva modalidad de gripe; las noticias son cada día más alarmantes, parece que la epidemia se extiende a otros países, y aunque en España parece que va a tener poca incidencia, hay que cuidarse; ya en la residencia se está hablando de restringir las salidas y las visitas empiezan a limitarse.
El sábado, 14 de marzo, el Gobierno decreta el estado de alarma; todos han de confinarse y es precisamente en las residencias de mayores donde el cuidado ha de extremarse. Lorenzo pasa los días, aunque con un cierto agobio por no poder salir, tranquilo, le llevan las comidas a su apartamento, lee mucho, ve con frecuencia las noticias y hace sus ejercicios gimnásticos en la terraza; se aburre un poco.
El primer día de desconfinamiento reinicia en parte la rutina anterior; en las horas permitidas sale a dar su paseo, compra el periódico y echa su rato de tertulia, ahora con mascarilla y más distanciado físicamente, con Pedro, su amigo el quiosquero. No le ve buena cara al amigo, será cosa de tantos días encerrado; aunque, a los dos o tres días, lo ve más demacrado y, además, con una tos intermitente que él achaca a su inveterado hábito de fumar. El domingo por la mañana, ni Pedro ni su mujer, con la que regenta el negocio desde siempre, están en el quiosco; en su lugar encuentra a un joven, el hijo de ambos, que, muy preocupado, le dice que a su padre le han diagnosticado COVID-19, que lo tienen ingresado en la planta de infecciosos del hospital, y a su madre, aunque no tiene síntomas, también la han confinado en su casa. Lorenzo se marcha consternado, decidido a no salir durante unos días.
La hija lo ha llamado varias veces y siempre le dice que sigue de viaje; a mediados de marzo, lo volvió a llamar, preocupada por lo que está pasando; le dice que no se preocupe, que está bien, que está con su primo, que precisamente por el estado de alarma no puede salir de la isla, pero que, en todo caso, piensa quedarse una larga temporada.
El martes se despierta de madrugada, le duele la garganta, tiene escalofríos; piensa que se ha resfriado por haber pasado la tarde anterior demasiado tiempo en la terraza. Espera a que se haga de día y, cuando le llevan el desayuno, la auxiliar lo encuentra acostado, con mala cara; él dice que se ha resfriado, que le traiga un paracetamol, que se le va a pasar pronto, que a él estos achaques le duran poco, que piensa bajar a mediodía a comer pues piensa que es mejor moverse un poco. Sin embargo, cuando llega la hora y pretende levantarse, no puede, le duele todo el cuerpo, le cuesta un poco respirar; llama por el teléfono interior, dice que se encuentra mal. El médico, que llega con una indumentaria rarísima, cubierto hasta las cejas, le diagnostica que está contagiado de la nueva enfermedad, del maldito virus, que hay que ingresarlo inmediatamente y pide una ambulancia para llevarlo al hospital. Él pide llevarse alguna cosa, no puede ser; insiste y finalmente consigue que le dejen una, que le entregan después de desinfectarla profusamente: la foto enmarcada en la que abraza a su hijo. Llega al hospital con una fiebre altísima, aturdido, han tenido que conectarlo al respirador de la ambulancia. Lo pasan directamente a la UCI, donde entra, prácticamente inconsciente, aferrado a la foto.
por Comunicación El Saliente | 3 de noviembre de 2020 | Contenido Revista Punto de Apoyo
Hablamos con Mª del Mar Gómez Lozano, Profesora titular de Derecho Mercantil de la Universidad de Almería, sobre el proyecto entre la UAL y la Asociación El Saliente para trabajar activamente en la transferencia de conocimiento a la sociedad: el Plan UALtransfiere 2020.
¿Puede explicarnos en qué consiste la iniciativa llevada a cabo con la Asociación El Saliente?
Es un proyecto muy interesante que se enmarca en una modalidad de transferencia de carácter social (acciones sociales innovadoras). En concreto, este proyecto, que está sirviendo para impulsar el trabajo colaborativo entre el personal de la entidad y los investigadores, nos permite conocer, de primera mano, la realidad de una entidad que desarrolla un papel importante en la sociedad almeriense. A nosotros como investigadores, todos profesores de la Facultad de Derecho de la UAL, nos permite transferir nuestros conocimientos, de distintas ramas de conocimiento, emitiendo informes jurídicos sobre las cuestiones que la entidad nos ha planteado.
Es una oportunidad extraordinaria para los investigadores, que pueden así aplicar sus conocimientos a la realidad. Y, además, ha permitido que se formen equipos de trabajo donde confluyen la ilusión y el interés por aportar a la sociedad con el rigor académico y científico, reuniendo a investigadores que se encuentran en distintas fases de su carrera. Personalmente me consta que la tarea que estamos llevando a cabo está siendo muy enriquecedora. Además, tiene una motivación adicional, ya que es muy probable que algunas de esas temáticas abordadas en el proyecto se puedan convertir en líneas de investigación específicas para algunos de los investigadores participantes.
Se trata, en definitiva, de ramas de conocimiento muy diversas, pero que, en la práctica, son todas ellas las que forman parte de la realidad de una entidad que desarrolla una intensa y variada actividad en el ámbito social, como es EL SALIENTE.
¿En qué ramas jurídicas se ha basado este plan que se ha realizado con El Saliente y por qué?
En concreto, el proyecto afecta a las siguientes áreas de conocimiento: Derecho Civil, Derecho Mercantil, Derecho Financiero y Tributario y Derecho Laboral. En todos los casos, la perspectiva que se aborda tiene en cuenta el carácter social de la entidad, como integrante del denominado tercer sector y el colectivo de personas con los que se trabaja, como es el de las personas con discapacidad. Esta oportunidad de trabajo colaborativo es única, por lo que debemos agradecer a la Asociación EL SALIENTE su generosidad y disponibilidad para llevarla a cabo.
¿Qué balance hace del desarrollo de esta iniciativa con la Asociación El Saliente y de la creación de oportunidades para el intercambio de conocimientos innovadores?
El balance no puede ser otro que extraordinario. Sin este tipo de oportunidades, que se ofertan desde el Vicerrectorado de Investigación de la Universidad de Almería, los investigadores tendríamos muy difícil acceder al conocimiento de la realidad de muchas empresas y entidades. Como he indicado antes, este tipo de iniciativas tiene mucho valor para nosotros, tanto en el aspecto objetivo de la materia de los trabajos que desarrollamos como en el más personal, de enriquecimiento a través de una experiencia única. Debo, además, valorar muy especialmente la oportunidad que se otorga a los alumnos en este tipo de proyectos, en los que, de acuerdo con la entidad con la que se colabora, se puede contar con un becario de transferencia.
En este caso, Juan Pedro Díaz, como alumno de último curso del Doble Grado en Derecho y Administración y Dirección de Empresas de la UAL, ha tenido la oportunidad de conocer esta realidad y de trabajar académicamente en relación con la temática del proyecto. En la pasada convocatoria de junio, presentó como Trabajo de Fin de Grado un estudio sobre “LAS ENTIDADES DEL TERCER SECTOR: RÉGIMEN JURÍDICO Y CRISIS ECONÓMICA”, cuyos resultados se divulgarán también como parte del proyecto. Estamos muy contentos porque el trabajo obtuvo la máxima calificación.
¿En qué medida ha influido la pandemia del Covid-19 en el desarrollo de este Plan que se ha llevado a cabo con El Saliente?
Bueno, la pandemia nos ha influido a todos y lo ha hecho, además, en casi todos los aspectos de nuestra vida. Así que, consecuentemente, en relación con el proyecto, nos ha obligado a cambiar algunos planes. En cuanto a la gestión del proyecto, tras la primera reunión presencial de los investigadores con la entidad, que tuvo lugar el pasado 4 de febrero, las restantes reuniones, tanto con la entidad como entre los grupos de trabajo del proyecto, se han realizado haciendo uso de las nuevas tecnologías. Así que, a pesar de las circunstancias, todos hemos mantenido el contacto para seguir adelante con este ilusionante proyecto. Y en cuanto a uno de los resultados que habíamos programado, la celebración de una jornada para tratar temas de interés para la entidad en particular y para el tercer sector en general, estamos valorando, en función de la situación sanitaria de los próximos meses, desarrollarla también utilizando nuevas fórmulas que permitan la reunión en línea y la asistencia de todas aquellas personas interesadas, sin necesidad de que se requiera desplazamiento a nuestra ciudad. Esta actividad está aún en fase de diseño, aunque puedo anticipar algunos de los temas sobre los que se podría tratar, además de los analizados en el marco del proyecto: novedades en la protección de los derechos de las personas con discapacidad, centros especiales de empleo y cumplimiento normativo.
¿Qué conclusiones han sacado del sector de servicios sociales y del ámbito de la discapacidad después del trabajo realizado? ¿Creen que es un ámbito en el que se cumple la legislación vigente aplicable?
Las conclusiones, como no puede ser de otro modo, son altamente positivas. Los servicios sociales y la responsabilidad social de las empresas son las claves para avanzar en una sociedad más justa e igualitaria. Es un tema apasionante que nos conecta con varios de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y nos anima a seguir trabajando desde distintos ámbitos. En cuanto a la legislación vigente aplicable en este sector, aunque es triste reconocerlo, hay que manifestar que no siempre se cumple. Por eso, es importante conocerla, analizarla y difundirla. Y para nosotros resulta fundamental detectar, con ayuda de las entidades que trabajan día a día en el sector de la discapacidad, las carencias y necesidades, de modo que juntos podamos seguir mejorando esa realidad. Nos gustaría poder tener la oportunidad de presentar algunas propuestas de mejora. Así que, en esta tarea, seguiremos trabajando.
“El objetivo de este proyecto es prestar un servicio al conjunto de la sociedad”
Juan Pedro Díaz es un becario del proyecto UALtransfiere, en el que colaboran la Universidad de Almería y la Asociación El Saliente
El trabajo en equipo es una de las claves del proyecto UALtransfiere entre la UAL y la Asociación de Personas con Discapacidad El Saliente. Sobre ello nos habla Juan Pedro Díaz Senés, becario que colabora en el trabajo que se está realizando.
¿En qué ha consistido tu papel en esta iniciativa?
Mi actuación en el proyecto UAL Transfiere ha consistido en un gran número de tareas, las cuales han ido cambiando conforme el proyecto avanzaba. Recuerdo que los meses previos al inicio de esta iniciativa, dediqué parte de mi tiempo a conocer en profundidad las necesidades que trataba de cubrir la Asociación El Saliente, así como su régimen jurídico y la naturaleza de su actividad. Más tarde, cuando el proyecto se puso en marcha, mis tareas consistieron en crear y mantener un punto de encuentro útil y dinámico entre El Saliente y el conjunto de los investigadores.
También, he tratado de ayudar en la constitución de los distintos grupos de trabajo, aportando a María del Mar, directora e investigadora del proyecto, toda la información que ha sido precisa. Por último, de cara a los próximos meses en los que esta iniciativa va a estar en funcionamiento tengo como tarea colaborar en la organización de unas jornadas destinadas a dar a conocer la realidad jurídica de las personas con discapacidad.
¿Qué te ha aportado tu participación?
La verdad es que muchísimas cosas, más de las que en un principio podía imaginar. Personalmente, ha sido la primera vez que he desarrollado una actividad fuera del aula. Estos primeros seis meses me han permitido aprender grandes cosas, de la mano, por una parte, del conjunto de los investigadores de la UAL y al mismo tiempo, del equipo de El Saliente, quienes dedican sus esfuerzos a conseguir la igualdad real de oportunidades para el conjunto de la sociedad.
En especial, la persona que ha sido responsable de todos los conocimientos que yo he adquirido ha sido la investigadora y directora del proyecto, María del Mar Gómez. Sin duda, ella es la responsable de todas las actitudes y aptitudes que he ido asimilando en estos meses, gracias a la paciencia que la caracteriza y su constante empeño en sacar de mí el máximo partido.
¿Qué áreas temáticas ha tocado el proyecto?
La constitución de las distintas áreas temáticas ha sido posible tras sucesivas puestas en común por parte de El Saliente y los miembros investigadores del proyecto. De esta forma, son cinco las grandes áreas temáticas: discapacidad y relaciones laborales, estudio de centros infantiles, derecho de consumo en relación con entidades del Tercer Sector, entidades sin ánimo de lucro y grupos de empresas, y cuestiones vinculadas al régimen fiscal de las entidades del Tercer Sector. A su vez, todas ellas se subdividen en cuestiones concretas. Me gustaría destacar también, que cada una de las áreas temáticas ha sido estudiada por un equipo de trabajo distinto, correspondiente a una rama del derecho concreto.
¿Sobre qué ramas del derecho han versado los dictámenes jurídicos que se han elaborado por los investigadores universitarios? ¿Han encontrado soluciones jurídicas a las dudas planteadas?
En primer lugar, podemos pensar que los dictámenes son el único resultado del estudio llevado a cabo por los grupos de trabajo a lo largo de los primeros meses del proyecto. No obstante, no termina aquí el trabajo realizado por los investigadores, sino que muchas de las cuestiones, debido a su complejidad, permiten un mayor desarrollo en posibles investigaciones que puedan ser desarrolladas a posteriori.
En segundo lugar, quiero apuntar que, como no podía ser de otra forma, existe una fuerte relación entre las áreas temáticas y las ramas de derecho estudiadas. Así, el proyecto ha versado sobre derecho de los consumidores, derecho civil, derecho laboral, derecho mercantil y, por último, derecho fiscal. Además, en todos los estudios realizados se han aportado posibles soluciones a los problemas planteados.
¿Cuántos investigadores han estado implicados en la elaboración de estos dictámenes?
Si tenemos en cuenta cada uno de los grupos de trabajo, en total son 16 los investigadores implicados. Al margen del mayor o menor número de investigadores presentes, lo que es de gran valor es el hecho de que un proyecto como éste permita la cooperación de los distintos ámbitos que articulan el derecho con el objeto de prestar un servicio al conjunto de la sociedad.
La UAL y la transmisión del conocimiento
La Universidad de Almería, volcada en transferir el conocimiento que genera a la sociedad, está desarrollando el Plan UALtransfierE 2020, cuyo pilar es la investigación colaborativa, es decir, la creación de oportunidades para el intercambio de conocimientos innovadores.
La instrumentalización de este eje principal se lleva a cabo a través de dos programas de transferencia de investigación orientada a los sectores estratégicos económicos y sociales de la provincia de Almería.
Acciones Sociales Innovadoras
UALtransfierE cuenta con una línea de actividad destinada a Acciones Innovadoras. Se trata de promover que los investigadores y las entidades, interesadas en llevar a cabo Acciones Sociales Innovadoras, diseñen de manera conjunta y ejecuten estas iniciativas aplicadas al ámbito social. La entidad social o el organismo público pueden comprender cuáles son los recursos y la planificación temporal necesarios para llevar a cabo estas Acciones Sociales Innovadoras y, contar con ayuda económica de la UAL para animarlos a ejecutarlo. Es en este marco en el que se está llevando a cabo el trabajo colaborativo entre la institución almeriense de Enseñanza Superior y la Asociación de Personas con Discapacidad El Saliente, con los objetivos de promover la ejecución de Acciones Innovadoras de ámbito Social para que contribuyan al avance en las entidades sociales y organismos públicos almerienses y de impulsar el trabajo colaborativo de marcado carácter social, entre los investigadores de la UAL y las instituciones y entidades sociales de Almería.
por Comunicación El Saliente | 30 de octubre de 2020 | Contenido Revista Punto de Apoyo
En los últimos meses, nos han sobrevenido abruptamente circunstancias excepcionales.
Cuando comenzó la pandemia del Covid-19, vimos cómo la sociedad en su conjunto reaccionaba de una manera ejemplar, cumpliendo estrictamente con las normas del confinamiento y dando muestras de solidaridad y de implicación con los sectores más afectados, como los fallecidos y sus familiares, los enfermos o los profesionales sanitarios. En ese periodo, la percepción social que la mayoría de nosotros teníamos del colectivo de personas jóvenes era muy positiva.
De hecho, tanto los más pequeños como adolescentes demostraban un alto grado de comprensión con respecto a las responsabilidades que teníamos para frenar la propagación del virus. Además, su comportamiento era irreprochable, aun cuando, desde un principio, se supo que no formaban parte de los grupos que tenían mayor riesgo de sufrir complicaciones de salud.
Es justo reconocer los esfuerzos que han tenido que hacer durante todo este tiempo. De la noche a la mañana, han debido adaptarse a un estilo de vida que va en contra de la propia naturaleza de las primeras etapas de la vida. Se han visto recluidos, privados de libertad de movimiento y de relaciones interpersonales con sus amistades.
Durante el estado de alarma, al cerrar las puertas los centros educativos perdieron diariamente la posibilidad de acudir a su espacio de crecimiento personal y principal lugar de encuentro y socialización: las aulas. Las interacciones personales cara a cara prácticamente desaparecieron o se redujeron al mínimo y, en cuestión de días, tuvieron que cambiar de hábitos, algo que ha creado incertidumbre y ha afectado a la salud física y mental de muchos y muchas jóvenes.
La generación más preparada de nuestra historia.
Dicen los representantes públicos que tenemos la generación de jóvenes más preparada de la historia. No lo voy a cuestionar yo; efectivamente creo que nuestros jóvenes tienen un nivel cultural alto, pero como han vivido la mayor parte de su vida en lo que hace unos años se denominó el Estado del Bienestar, hemos olvidado enseñarles valores.
Les hemos dado en la niñez, infancia, adolescencia y juventud más de lo que aspiraban a tener, sin transmitirles que todo eso no caía del cielo, sino que costaban esfuerzo y sacrificio conseguirlo. Si nos preguntamos si hemos inculcado valores como esfuerzo, trabajo, honradez, austeridad, previsión, generosidad y respeto, quizás podamos encontrar la respuesta, comparando a las generaciones de hoy con las de nuestros padres, que estarán entre los 70 y 80 años.
Son personas que veían el trabajo como una oportunidad de progresar, como algo que les abría a un futuro mejor y se entregaron a ello en condiciones muy difíciles. Son una generación que compraba las cosas cuando podía y del nivel que se podía permitir, que no pedía prestado más que por estricta necesidad, que pagaban sus facturas con celo, y ahorraban un poco “por si pasaba algo”, que gastaban en ropa y lujos lo que la prudencia les dictaba y, cuando iban a la playa disfrutaban de tortillas de patatas y embutidos, en domingos veraniegos de familia y amigos.
Tenían en el respeto su mejor bandera; no solo respetaban a las personas mayores, sino que eran capaces de sacrificar su bienestar para atenderlas y darles la mayor dignidad posible. Las personas jóvenes que vemos en los medios de comunicación con actitudes irresponsables, organizando botellones y fiestas, antes de la pandemia mostraban una imagen comprometida, ecologista y presumían de sensibilidad social.
Sin embargo, ahora parecen haber perdido la capacidad de aplicar en la práctica de su vida cotidiana algunos valores, como el respeto por las personas de edad avanzada o por las personas enfermas. El comportamiento de algunas personas jóvenes, en las últimas semanas, ha hecho que sean percibidas de forma muy negativa por el resto de la sociedad. ¿Están realmente preparadas para afrontar los problemas de la vida adulta e independiente? ¿Son personas maduras o son consentidas y egocéntricas que creen tener derecho a todo sin ninguna obligación?
En esta segunda ola de la pandemia, estamos conociendo un sinfín de noticias sobre grupos de jóvenes que proyectan la peor de las imágenes posibles. En ciudades como Salamanca o Granada se han producido rebrotes debido a comportamientos temerarios y despreocupados, que no solo contribuyen a aumentar los riesgos para ellos mismos, sino que tienen implicaciones muy graves en la salud del resto de personas, en el sistema sanitario y en la propia economía. Parecen haber perdido la perspectiva de lo que está bien y lo que está mal.
Se han olvidado de los valores que estaban tan presentes en generaciones anteriores, como el civismo y respeto a las personas mayores y a los más vulnerables. Por eso, es importante que en un entorno como el actual, determinado por la globalización económica y cultural y la complejidad social a la que estamos asistiendo, educar en valores es una cuestión básica e imprescindible para formar a personas que sean capaces de afrontar los nuevos retos que nos esperan y plenamente conscientes de tener un papel activo en la construcción de un mundo mucho más justo, inclusivo e igualitario.
Matías García.
Presidente de la Asociación de Personas con Discapacidad El Saliente.